Ya sea clásica o moderna, a casi todos nos gusta la música. Nos tranquiliza o nos activa, nos ayuda a dar salida a nuestras emociones, nos incita a movernos, activa nuestra memoria… pero sobre todo nos produce placer.
Han averiguado qué regiones del cerebro están implicadas en esa sensación placentera asociada a la música. Y curiosamente son las mismas que se activan con la comida, la bebida o el sexo: el sistema de recompensa del cerebro, y en especial el núcleo accumbes, una estructura del cerebro que forma parte de los núcleos basales, implicados también en el movimiento.
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