En ocasiones, encontrar algo que hemos perdido es como dar con una aguja en un pajar, pero el cerebro es capaz de ponerse en marcha y ejecutar la tarea. Han descubierto que cuando nos embarcamos en una búsqueda específica, varias regiones visuales y no visuales del cerebro se movilizan de forma conjunta.
Las áreas del cerebro normalmente dedicadas a reconocer otros objetos, o incluso las áreas dedicadas al pensamiento abstracto, cambian su enfoque y se unen al grupo de búsqueda. Por lo tanto, el cerebro cambia rápidamente para convertirse en un «buscador» del niño muy centrado, y redirige los recursos que utiliza para otras tareas mentales.
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