La mayor esperanza contra la malaria ha sufrido el primer tropiezo serio en el camino que emprendió hace veinte años. Los resultados han sido cada vez más esperanzadores, la primera en frenar las 655.000 víctimas anuales que el parásito se cobra en el África.
Ha llegado con los resultados parciales de un ensayo clínico, el penúltimo antes de que la Organización Mundial de la Salud decida si el fármaco puede aprobarse y utilizarse a gran escala. Probada en 6.537 recién nacidos de entre seis y doce semanas de vida de siete países africanos, solo ha conseguido reducir el riesgo de malaria en un 31%, un 37% en el caso de malaria grave.
Los resultados son pobres si se comparan con los obtenidos en un ensayo clínico anterior. Este también se hizo en África, pero con niños algo mayores, de entre 5 y 17 meses. La misma vacuna demostró entonces una eficacia del 50%. Sigue siendo baja si se compara con el 90% de éxito de vacunas tan conocidas como la del sarampión o el tétanos, aunque suficiente para luchar contra una enfermedad tan letal.
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