El trabajo de WMAP en
sus nueve años de misión ha sido mapear el resplandor del Universo caliente, en
un momento en que tenía solo 375.000 años de edad, frente a los más de 13.700
millones de años que tiene ahora.
Como resultado ha
creado una imagen del Universo bebé que se ha utilizado
para precisar lo que pudo haber sucedido antes, y lo que ocurrió en los miles
de millones de años desde los primeros tiempos.
De este modo, la sonda
ha logrado aportar datos que apoyan la teoría cosmológica, basada en el Big
Bang, que postula que el Universo ha estado expandiéndose y enfriándose desde
que sucediera la gran explosión.
Las observaciones de
WMAP también apoyan la teoría conocida como la inflación, que dice que el
Universo sufrió un dramático período inicial de expansión, con un crecimiento
de más de un billón de billones de veces en menos de un billón de una
billonésima parte de segundo. Durante esta expansión se generaron pequeñas
fluctuaciones que con el tiempo crecieron hasta formar galaxias.
La medición de WMAP
también ha confirmado que las fluctuaciones siguen una curva de campana con las
mismas propiedades a través del cielo, y hay un número igual de puntos
calientes y fríos en el mapa.
Además, el Cosmos debe
de obedecer las reglas de la geometría euclidiana por las que la suma de los
ángulos interiores de un triángulo suman 180 grados.
La sonda también ha
proporcionado la oportunidad de facilitar la época en la que las primeras
estrellas comenzaron a brillar, cuando el universo tenía unos 400 millones de
años.